Había una vez un señor que quería hacer el amor, así que se fue a buscar a una amiga a su casa. A la hora de la hora, el pene no le respondía, así que en toda su desesperación le dice a la amiga que lo espere un momento.
Va al baño y en la oscuridad busca en el botiquín algo que le ayude a solucionar el problema. Encuentra una pequeña cajita con pomada, se la unta le devuelve al instante su vigor juvenil.
El tipo vuelve a la cama y le hace el amor a la amiga quién a su vez, se siente extasiada con tal vigor. Una vez terminado todo, al hombre le entra la curiosidad de saber qué se había untado.
Se levanta, va al baño, enciende la luz y busca la pomadita. Después de un buen rato la amiga entra al baño y lo encuentra desmayado en el suelo, con la cajita en la mano y lee:
Pomada Bayer Para Callos. ¡Endurece!, seca, se pudre y se cae… Si es BAYER, ¡¡es bueno!!
Tres hombres están desnudos tomando una sauna y, de repente, empieza a sonar un pitido. El primer hombre, ingeniero de la Universidad Politécnica de París, aprieta su antebrazo y el pitido se detiene. Ante la mirada sorprendida del resto, les dice:
—Es mi localizador. Tengo un microchip bajo la piel de mi brazo.
Unos minutos después suena una melodía polifónica y el segundo hombre, licenciado por la Universidad de Harvard, pone el pulgar en la oreja y el meñique en la boca y empieza a hablar. Cuando acaba, se dirige al resto y les dice:
—Es mi teléfono móvil. Lo tengo implantado bajo la piel de la palma de la mano.
El tercer hombre, un comerciante gallego, sintiéndose tecnológicamente desubicado, decide ausentarse un rato y aprovecha para ir al servicio.
A los pocos minutos vuelve a la sauna con un pedazo de papel de váter colgándole del culo. Ante la estupefacción de todos los concurrentes se dirige a ellos:
—Estoy recibiendo un fax. ¿Pasa algo?