—¿Qué ocurre? ¿Estás mal?
—Tengo dolor de garganta. Me voy a ir.
—Tengo un remedio infalible. Le hago una buena mamada a mi marido, me lo trago todo y, ¡solucionado!
—¿Tú crees?
Dos horas después:
—¿Estás mejor?
—¡Mucho mejor! Infalible tu remedio. Por cierto, preciosa la decoración de tu casa.